El nombre de Lavadero de la Puerta del Sol viene por la antigua puerta que aquí había en época zirí (s.XI) cuando la muralla pasaba por este lugar desde las Torres Bermejas. La orientación de este lavadero le da el nombre: su entrada al sol saliente (este) y su salida al poniente; aunque también se la llamaba puerta del Poniente o puerta del Mauror, por encontrarse en la colina con dicho nombre. Esta puerta separaba el barrio Garnata al-Yehud, judería de Granada, del Mauror y su castillo, hoy las Torres Bermejas.
Más tarde se derribó la puerta (siglo XIX) y se construyó aquí un lavadero público. Esto fue en 1862, cuando Granada estaba dividida en Cuarteles. Ahora estaríamos en el tercero y según el Archivo Histórico Municipal de Granada ese año se construyeron varios lavaderos, especialmente en barrios de clase trabajadora; sin embargo, es el único que queda en la ciudad.
El lavadero de la Puerta del Sol, presenta una estructura porticada con seis columnas toscanas de mármol de Sierra Elvira, que pertenecieron, seguramente, a la ermita de Santa Escolástica, desaparecida tras la desamortización de Mendizábal (s.XIX).
Toda la estructura está protegida por una armadura de madera reforzada por dos tirantes, y la cubierta es de tejas árabes. El suelo está decorado con empedrado tradicional granadino y cuenta con pilas en su interior para hacer la colada.
En los años 60 fue prácticamente reconstruido y utilizado de nuevo por las mujeres del barrio.
El lavado de la ropa ha sido a lo largo de la historia uno de los trabajos más habituales desempeñados por las mujeres. Hasta la popularización del agua corriente en las viviendas, esta función se desempeñó en las orillas de los ríos, acequias, abrevaderos o patios de viviendas. A partir del siglo XIX se convierten los lavaderos en lugares de trabajo, encuentro y sociabilización de las mujeres, donde además de lavar la ropa, pueden gozar de cierta libertad lejos de los ojos de los hombres. Lugares donde las mujeres podían hablar con cierta libertad de sus intereses, preocupaciones o gustos, además de ser lugares donde también se divertían, cantaban o bromeaban, a la vez que se ocupaban de una de las labores reservadas para ellas, la colada.
Hoy en día es un precioso mirador en el barrio del Realejo desde donde se disfruta de bonitas puestas de sol y vistas hacia parte de la vega granadina. Un mirador quizás menos turístico y frecuentado que otros pero que también tiene su encanto y que no os querréis perder durante vuestra visita a la ciudad. Si quieres saber más sobre este lugar y sus alrededores, te aconsejamos nuestro tour por el Realejo.
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